Sábado 12 de mayo / Casa de Cultura Alfonso X El Sabio. Guadarrama / 12:00h.

Pulcinella Los peligrosísimos títeres de cachiporra napolitanos, terror de jueces y probos ciudadanos, regresan a Segovia de la mano de Salvatore Gatto para satirizar la vida cotidiana, con sus pasiones, miedos y deseos

“Amo la vida y con Pulcinella puedo desdoblarme y transmitir al público toda la energía vital del pueblo napolitano. No se puede olvidar que el primer inmigrante de la historia vino a Nápoles, una ciudad que te acoge como una madre y en la que puedes encontrar grandes contradicciones. Algo así como el yin y el yang de la filosofía oriental”, afirma Salvatore Gatto, uno de de los más genuinos representantes de la tradición titiritera –junto con Bruno Leone o Maria Imperatrice– que lleva más de veinte años representando por todo el mundo el espectáculo de teatro de títeres de guante de tradición napolitana, “le guaratelle”, contribuyendo activamente a preservar una tradición cuyo origen se remonta al siglo XV.

Titirimundi es menos Titirimundi cuando falta Salvatore Gatto. Durante años ha participado en numerosos festivales y grandes concentraciones, pero nunca ha dejado de actuar en las calles, en cualquier rincón del mundo, porque, como él mismo expresa, ama la calle, “la verdadera escuela del titiritero”.

Asistir a cualquiera de sus representaciones es una palpitante incursión en el pasado. Porque los espectadores de hoy viven las mismas aventuras y piruetas, y hoy como ayer experimentan la vibrante emoción del teatro popular.

Pulcinella –precursor de todos los títeres de cahiporra de Occidente– protagoniza, junto a sus compañeros de reparto, una interpretación satírica de la vida cotidiana, parodiando las tumultuosas y conflictivas pasiones humanas. No es extraño que una de las constantes en el repertorio de este género popular de títeres sea la lucha de Pulcinella contra sus enemigos: Pasquale Finizio “Terremoto” (el chulo), Cacciutiello (el perro) o Capa y Pruvulone (la muerte). Al final, el bien triunfa siempre sobre la maldad, la verdad sobre la injusticia y la vida sobre la muerte. A golpe de porra, Pulcinella vence al presuntuoso chulo, ahuyenta a la muerte y restablece la justicia.

Si Pulcinella, visto en clave simbólica, representa al hombre, sus antagonistas encarnan sus pasiones, sus deseos o sus miedos y, cuando Pulcinella consigue vencer sus temores y matar a esos enemigos –que personalizan sus instintos negativos–, ahuyenta el mal y restablece la armonía. Lo mismo que buscaban las antiguas ceremonias purificadoras, con sus cantos y bailes mágicos que servían para exorcizar los malos espíritus. O lo mismo que vivimos hoy. El hombre de nuestro tiempo, hijo de tantas revoluciones fallidas, que tiene tantas ganas de vivir y no posee la certeza sobre cómo será su futuro, sobre cómo crear un mundo nuevo en el que pueda ser feliz, esconde la idea de la utopía bajo la historia de todos los tiempos y la hace tangible enfrentándose al bien y al mal.

 

 

 

 

 

 

 

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