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Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama
(Naturaleza y Cultura)
El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama ocupa 33.960 hectáreas de la Sierra de Guadarrama en el Sistema Central, macizo montañoso que divide en dos la meseta castellana y separa las cuencas hidrográficas del Duero y el Tajo y las provincias de Segovia y Madrid. La mayor parte de su superficie lo ocupan las cumbres dominadas por los afloramientos rocosos y los pastos y matorrales de altura.
Fue declarado parque nacional en el año 2013 a fin de proteger los 11 ecosistemas diferentes presentes en la Sierra de Guadarrama, algunos de ellos únicos en la península ibérica. En total, en la zona declarada parque nacional hay más de 1280 especies, de las que 13 están en peligro de extinción, más de 1500 plantas autóctonas y treinta tipos de vegetación. Las especies animales presentes en el parque representan el 45% de la fauna total de España y el 18% de la europea.
Entre sus sistemas naturales destaca la representación de fenómenos geológicos singulares, la excepcionalidad de sus formaciones y relieves de montaña y alta montaña en la geomorfología de la roca granítica resaltando formas rocosas y paisajes únicos como los de “La Pedriza del Manzanares”, un reino del granito modelado por distintos tipos de erosión debidos al periglaciarismo, al agua, al viento o a la descomposición química de la roca.
El que conozca la Sierra de Guadarrama sabe que cualquier referencia a ella es incompleta si no se hace mención a la cultura. Su cercanía a Madrid ha supuesto que desde hace siglos la Sierra de Guadarrama sea escenario de paisajes culturales, sobre todo pictóricos y literarios pero también arquitectónicos, cinematográficos, e incluso educativos.
La Sierra de Guadarrama es la que aparece en los fondos de paisaje de los más famosos retratos reales de Velázquez y en las pinturas de Carlos de Haes, Martin Rico, Morera, Beruete o Sorolla, siendo además el motivo de numerosos poemas y fragmentos de obras literarias como el «Libro del Buen Amor» del Arcipreste de Hita. Otros muchos como el Marqués de Santillana, en sus serranillas, tienen numerosas referencias a esta Sierra. El Siglo de Oro está plagado de ejemplos, escritores como Cervantes, Lope de Vega, Vélez de Guevara, Tirso de Molina, Rojas Zorrilla o Góngora, entre otros, sitúan algunas de sus obras en la majestuosa Sierra de Guadarrama. En la época de la Ilustración cabe destacar a Antonio Ponz, Nicolás Moratín o Jovellanos. El romanticismo también se hace eco de este paisaje inigualable y son muchos los nombres que han consagrado a esta sierra a lo largo de los siglos. Giner de los Ríos, Pío Baroja y Antonio Machado también dejan huella con su devoción guadarrameña, al igual que Ortega y Gasset, Leopoldo Panero, el poeta Luis Rosales, Camilo José Cela, Sánchez Ferlosio o Vicente Aleixandre.
Además de todos estos ejemplos de altura, en la Sierra de Guadarrama sobrevive con esfuerzo una cultura que, por dejar un registro más humilde de su existencia, corre el peligro de desaparecer. Son las tradiciones de los serranos que desde hace milenios pueblan y modifican el paisaje con una cadencia cercana a la de la propia naturaleza. Estas modificaciones del paisaje vienen motivadas por la explotación de los recursos naturales a través de la agricultura, la ganadería o los aprovechamientos forestales. Toda esta actividad realizada para obtener alimentos, energía y utensilios ha generado en el trascurso de los siglos este paisaje declarado Parque Nacional y, a su vez, infinidad de tradiciones que suponen el acervo cultural de la Sierra.
Fuente: parquenacionalsierraguadarrama.es